¿Tienden las sociedades a cambiar con lentitud?
Todas las evoluciones relacionadas con la actitud son lentas. Esto se ve reflejado en el cambio en el estilo de vida. Muchas de estas diferentes variantes de estilos de vida que han reemplazado al pensamiento clásico en los modelos estratificados demuestran que dichos cambios no son muy rápidos.
¿Hay factores que aceleran la evolución?
Por supuesto, también hay fuertes impulsores del cambio. Las disrupciones, por ejemplo, cuando las nuevas tecnologías experimentan un dinamismo muy alto. Se me ocurre el caso de la tecnología vestible, que hace que ropa se comunique con la de los demás. O una ampliación de nuestros sentidos, cuando al encontrarnos con alguien se nos aporta información sobre esa persona. En estos casos se está desarrollando algo totalmente nuevo. La cuestión no es si esto parece o no razonable desde una perspectiva más amplia. Lo importante es que estas innovaciones resuenen. Y, en el caso ideal, que los posibles usuarios de la innovación digan: "¡Fantástico! No sabía cuánto necesitaba esto".
Usted dijo que después de una crisis como una pandemia, la gente retoma rápidamente sus antiguos patrones de comportamiento.
Sí, lo veo así. Nuestras costumbres, nuestros hábitos, son extremadamente estables. Cualquier persona que trata de cambiar tiene esta experiencia. Cada Nochevieja nos decimos que este nuevo año vamos a hacer más deporte. Pero, ¿quién lo cumple y durante cuánto tiempo? O las personas que quieren cambiar su alimentación: casi ninguna lo hace. Acabamos volviendo a nuestros hábitos de actividad física y de alimentación, porque son formas muy fuertes de habituación a las que nos hemos acostumbrado.
¿El miedo a los procesos de cambio es demasiado grande como para romper con los hábitos de manera permanente?
En Alemania, en particular, el temor es mayor que en muchos otros países. Aquí se dice: si no conocemos las consecuencias de algo que nos resulta nuevo, será mejor que lo dejemos. Otras culturas piensan de otra manera. Por ejemplo, en Brasil, Gran Bretaña o Vietnam, adoptan otra postura: si no sabemos cuáles son las consecuencias, al menos podemos probar.